Cultura y Patrimonio Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social
La nueva edición del ciclo Cine alemán del siglo XXI, que desde hace más de quince años organizan la Asociación Aragonesa de Germanistas y Profesorado de Alemán (AAGYPA) y el Aula de Cine de la Universidad de Zaragoza, en colaboración con la cinemateca del Goethe-Institut de Madrid, permite profundizar, una vez más, en el amplio y diverso espectro de temas, géneros, estilos y protagonistas de la cinematografía de este país. En esta edición encontramos drama y comedia; un biopic a contrapelo y un documental de carácter autobiográfico; óperas primas y películas dirigidas por cineastas de larga trayectoria; cine en color y en blanco y negro; asuntos como la represión política de literatos y creadores en Alemania Oriental y el racismo en la Alemania actual, la búsqueda de la identidad de género o cultural, los conflictos generacionales y el amor en tiempos de Tinder; además de, y no es cuestión menor, intérpretes con actuaciones memorables o sorprendentes cambios de registro que traspasan la pantalla, enganchando a los espectadores.
La película que abre el ciclo, Ivie como Ivie (Ivie wie Ivie, 2021), de Sarah Blaßkiewitz, es una de las cuatro películas de esta edición dirigidas por mujeres. Aunque se trata de su primer largometraje, la relación de Blaßkiewitz con el cine se remonta a principios de siglo, como joven actriz de televisión, y su trabajo detrás de la cámara antes de esta película incluye varios cortos y mediometrajes, así como videos musicales y series para la pequeña pantalla. En Ivie como Ivie, la directora nos muestra el racismo cotidiano con el que se ve confrontada una mujer afroalemana, que prefiere no hacer causa de su origen étnico, pero que se ve abocada a cuestionarse su identidad étnica y cultural cuando recibe la visita de su hermanastra, a la que no conocía. Blaßkiewitz aborda el asunto con sensibilidad y humor, pero también con el realismo que proporciona el conocimiento directo y personal de las situaciones de discriminación de las dos protagonistas, que funcionan como sendos alter ego de la propia directora, también de origen afroalemán.
Una larga trayectoria como realizador y numerosos premios Adolf-Grimme al mejor programa de televisión avalan al director de la segunda película, Andreas Kleinert. Para su primer largometraje hay que remontarse a 1989, pero es ahora, rozando los sesenta años, cuando logra triunfar en el cine con Querido Thomas (Lieber Thomas, 2021). Se trata de una brillante indagación en la figura de Thomas Brasch, escritor, dramaturgo y cineasta, cuya historia familiar enlaza con algunos de los momentos más sombríos de la Alemania del siglo XX. Este hijo de padres judíos supervivientes del Holocausto, exiliados en Inglaterra, sufrirá las consecuencias de su espíritu radicalmente rebelde, inadaptado y autodestructivo tanto en el país de elección de su familia, la República Democrática Alemana, como en la República Federal Alemana, donde se exilia posteriormente. En el país del “socialismo real“ su activismo político le llevará a ser denunciado por su propio padre, político de alto rango del régimen, pasando una breve temporada en la cárcel, mientras que en Alemania occidental, pese al reconocimiento que obtiene su obra, su rechazo del sistema capitalista y del mundillo literario tampoco le permiten encontrar su lugar. Será en las mujeres, el alcohol y las drogas donde buscará refugio a lo largo de su vida, hasta su temprana muerte con 56 años.
La importancia de la contextualización histórica, la reiterada irrupción de la creación poética de Brasch y diversos excursos oníricos, así como el recurso al blanco y negro, alejan la obra del biopic al uso y constituyen una de las claves de su éxito. La película arrasó en los premios del cine alemán de 2022, con nueve galardones, incluido el Lola a la mejor película y al mejor actor masculino protagonista para una de las estrellas emergentes del panorama cinematográfico alemán, Albrecht Schuch, único actor que ha logrado por dos veces el Lola como mejor actor protagonista y mejor actor secundario.
El ciclo continúa con otra ópera prima, Mi hijo (Mein Sohn, 2021), de Lena Stahl, aunque también esta directora lleva trabajando en cine y televisión desde principios de siglo. Para su primer largometraje, elige Stahl un género cinematográfico consagrado, la road movie, y un asunto intemporal, la relación de madre e hijo, para atrapar al espectador con un viaje iniciático, parco en sucesos y, a veces, también en palabras, que revelará a sus protagonistas más de sí mismos que de la persona que los acompaña en este recorrido físico y emocional. Con precisión y delicadeza, mediante unos movimientos de cámara que, a veces, parecen querer introducirnos en los personajes, se nos muestra el vaivén de aproximación y distanciamiento de dos personas que no pueden ser más diferentes en sus roles del hijo impulsivo y de la madre sobreprotectora. Buena parte de la capacidad de emocionarnos del filme radica en un guion minuciosamente estructurado y, sobre todo, en el trabajo de interpretación de Jonas Dassler y Anke Engelke, esta última ampliamente conocida para el público alemán en sus facetas de humorista y presentadora, que se reivindica aquí como una extraordinaria actriz dramática.
En el documental de la directora Uli Decker Anima – Los vestidos de mi padre (Anima – Die Kleider meines Vaters, 2022), la búsqueda de la propia identidad, un motivo que se nos presenta, en cierto modo, como eje temático común a las tres películas anteriores, es ahora el asunto central. La directora, cuya formación cinematográfica incluye estudios en la Universidad Complutense de Madrid y la Universidad Pompeu Fabra, en Barcelona, comparte con nosotros el descubrimiento del gran secreto de su padre, profesor en una localidad de una Baviera conservadora y católica, en la que resulta difícil sustraerse a los roles e identidades de género asignadas. La vida oculta del padre se hace presente no solo mediante la mirada ajena, sino también a través de sus diarios, y es confrontada con la experiencia vital de la propia directora, igualmente incapaz de encajar en los estrechos moldes que la sociedad, al parecer, necesita imponer a los individuos. Con su obra, Decker no solo intenta entender mejor a su padre y a sí misma: su aspiración es trascender el ámbito privado y abordar esta historia de relaciones familiares y roles sociales sin circunscribirla al problema de la identidad de género, de forma que pueda interesar y ser comprendida no solo por la comunidad LGTBQ o un público afín, sino también, incluso, entre las vecinas y vecinos de su Baviera natal. Para ello recurre a elementos como el humor y la fantasía o la animación, rompiendo así, a su vez, con los moldes y expectativas del género elegido para su película.
El ciclo concluye con un filme de un registro bien diferente, Relaciones imposibles (Generation Beziehungsunfähig, 2021), de Helena Hufnagel. Ambientada en Colonia y con la música del popular grupo AnnenMayKantereit de fondo, la película escruta en clave de comedia sentimental la búsqueda de sexo y amor y la aversión al compromiso de una generación, la milenial, cuyas relaciones comienzan y, a menudo, acaban en las redes sociales. El filme está basado en el best seller homónimo de Michael Nast, escritor de éxito que ha adquirido cierto estatuto de portavoz generacional. En la película desfilan ante nuestros ojos no pocos tópicos con los que se identifica a esta generación, pero cabe preguntarse hasta qué punto estos no son inevitables en cuanto constituyen la realidad más auténtica de unos personajes que se reafirman en su liberación frente a las convenciones sociales y anteponen su autorrealización personal al compromiso con una pareja, pero terminan sufriendo la cara oscura de los nuevos modelos de relaciones, en los que el amor difícilmente puede competir con un sexo convertido en un objeto de consumo más. La comedia convence, además, gracias al trabajo de los dos actores protagonistas: Luise Heyer, actriz con una larga y reconocida trayectoria en cine y televisión, que ya había protagonizado el anterior retrato generacional de Hufnagel, Pretty Far from Okay (Einmal bitte alles, 2017), y Frederick Lau, quien desde su temprana irrupción en el cine, con doce años, acumula más de cincuenta películas, entre ellas La ola (Die Welle, 2008), de Dennis Gansel, con la que obtuvo el Lola al mejor actor secundario, y Victoria (2015), de Sebastian Schipper, filme que ya hubo ocasión de disfrutar en este ciclo, que le reportó el Lola al mejor actor principal.
Viel Spass beim Zuschauen!
Daniel F. Hübner, Coordinador del ciclo 'Cine alemán del siglo XXI'
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Zaragoza |
Teruel |
Huesca |
J 15/02 |
M 05/03 |
L 17/04 |
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Ivie como Ivie |
109 min. |
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M 20/02 |
J 07/03 |
L 24/04 |
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Querido Thomas |
156 min. |
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X 21/02 |
V 08/03 |
X 29/04 |
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Mi hijo |
94 min. |
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L 26/02 |
L 11/03 |
L 06/05 |
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Anima – Los vestidos de mi padre |
99 min. |
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M 27/02 |
X 13/03 |
X 08/05 |
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Relaciones imposibles |
84 min. |
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Las películas se visionarán en V.O.S.E.
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