Cultura y Patrimonio Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social
EL INCREÍBLE HOMBRE MENGUANTE (The Incredible Shrinking Man)
País: Estados Unidos Año: 1957 Duración: 81 min. B/N
Dirección: Jack Arnold.
Guion: Richard Matheson basado en su novela homónima.
Fotografía: Ellis W. Carter.
Dirección artística: Alexander Golitzen y Robert Clatworthy.
Decorados: Russell A. Gausman y Ruby R. Levitt.
Montaje: Al Joseph.
Intérpretes: Grant Williams, Randy Stuart, April Kent, Paul Langton, Raymond Bailey, William Schallert, Frank Scannell, Helene Marshall, Diana Darrin, Billy Curtis.
Sinopsis: Scott Carey navega con su mujer en una lancha motora y, mientras ella va a buscar una cerveza, se ve envuelto en una extraña nube. Unos meses después empieza a notar extraños cambios en su cuerpo: poco a poco va perdiendo peso y altura hasta hacerse casi invisible. A partir de entonces, su vida será una pesadilla, una lucha constante por la supervivencia, en la que lo cotidiano (un gato, una araña) representa para él una amenaza mortal que sólo su ingenio puede conjurar.
Este formidable clásico de los años 50 es el fruto de la unión creativa de dos maestros del género: el escritor Richard Matheson –que adapta aquí para la pantalla grande su segunda novela– y Jack Arnold.
Los años cincuenta fueron prolíficos en cuanto a la Sci Fi, con títulos tan sólidos como The Thing From Another World, The Day The Earth Stood Still, y por supuesto War of The Worlds. Pronto dispararía toda una serie de clones y versiones de calidad mediocre o baja que terminarían por saturar al género y darle mala fama. En general la sci fi de esos años se reducía a la Tierra versus los Marcianos, sea en forma de invasiones masivas, o bien por la silenciosa sustitución/clonación de cuerpos humanos. Y en general los artesanos que han bebido en las aguas del género rondan lo mediocre, con excepción de Arnold, Hawks o Wise. El mérito de Jack Arnold es que pudo contar historias diferentes, y tuvo el privilegio de poder filmar numerosas historias de ciencia ficción en una época en que el género comenzaba a cobrar mala fama –debido a los filmes baratos–. Arnold es un enemigo de los clisés y un gran narrador de historias, pero su carrera profesional coincide con las etapas que ha sufrido la sci fi como género fílmico (y económicamente rentable): de formidable artesano de clásicos como éste, Tarántula, El monstruo de La Laguna Negra, e It Came from Outer Space, a terminar la década filmando series de TV (algo que no podría escapar hasta el fin de sus días).
El talento de Arnold terminó desperdiciado por el prejuicio de los ejecutivos de Hollywood, y recién la sci fi tendría su revancha a fines de los 60 con 2001, El planeta de los simios, hasta llegar a su explosión en 1977 con Star Wars.
Pero en la época en que los estudios aún apostaban a la sci fi, The Incredible Shrinking Man es uno de los mejores filmes. No es más que una reelaboración de La metamorfosis de Kafka, pero en vez de que el protagonista se transforme en un insecto aquí simplemente se empequeñece. Es una película muy prolija y lineal –no hay argumentos secundarios, es el simple detalle de las fases por las cuales pasa Scott Carey–, que semeja más a un descriptivo documental científico que a un film.
Si se quiere, toma un enfoque empírico similar a Them! (1954), en donde el análisis de los hechos es más que suficiente para generar un libreto robusto, sin necesidad de desviarse en subtramas dramáticas. A lo sumo, lo que Arnold y Matheson exploran en la hora inicial son las paradojas –Carey más pequeño pero más tiránico con su esposa; el desprecio hacia los enanos que es con quienes temporalmente Carey encuentra a sus pares–. Donde el film realmente cobra vuelo (y Arnold tiene oportunidad para desplegar todo su virtuosismo) es en la media hora final, con Carey atrapado en el sótano, que es donde la película alcanza niveles épicos. No difiere mucho la pelea con la araña por un trozo de torta de lo que sería la batalla épica del héroe en la morada de un monstruo. La secuencia está filmada con formidable calidad y un valor de impacto que me resulta insuperable hoy en día, aún cuando los FX de la época tengan sus fallas.
Donde el film falla un poco es en darle el giro final que precisa la temática. Posiblemente tenga que ver esto con la potencia de la secuencia de la pelea a muerte con la araña, que termina por sepultar la efectividad que precisaba la otra sub trama –la del redescubrimiento de Carey sobre su propósito en la Tierra–. En definitiva, en lo que termina por transformarse el protagonista es en un explorador de mundos. Es un problema de tiempos –el discurso final es impecable, pero todavía el espectador sigue pensando en la batalla campal con Carey armado con un par de alfileres contra el monstruo de ocho patas– lo que le resta peso dramático.
Matheson tenía proyectada una secuela que nunca pudo concretarse; a lo sumo, la idea terminó por transformarse en La increíble mujer menguante, una comedia de 1981 con Lily Tomlin y dirigida por Joel Schumacher que no le llega a los talones.
http://www.sssm.com.ar/hombre-menguante/
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