Cultura y Patrimonio Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social
Dirección: Juan Padrón.
Guión: Juan y Ernesto Padrón.
Fotografía: Julio Simoneau.
Música: Rembert Egües.
Montaje: Rosa María Carreras.
Intérpretes: Manuel Marín, Margarita Agüero, Frank González, Irela Bravo, Carlos González, Mirella Guillot, Carmen Solar, Juan Padrón.
Sinopsis: Un científico vampiro ha creado el Vampisol, una pócima revolucionaria, que permite a los vampiros pasear bajo la luz del Sol. En cuanto la noticia llega a oídos de los grandes clanes de vampiros, todos viajan a La Habana para hacerse con el control de la fórmula: los estirados y siniestros vampiros europeos, y los mafiosos vampiros norteamericanos. Pepito, un trompetista, sobrino del creador de Vampisol, será perseguido por ambos grupos desde que se le encarga la custodia de la fórmula.
Aparentemente ¡Vampiros en La Habana! es una película animada sobre dos clanes de vampiros (norteamericanos y europeos) que luchan por obtener una fórmula secreta que les permite exponerse al sol y que se encuentra en manos de Von Drácula, un científico que vive en Cuba con su sobrino Pepito, con el que experimenta la pócima. Presenta dos historias paralelas, una la de vampiros y otra la de la lucha revolucionaria de los años 30, con toques de comedia negra.
No obstante, la cinta es mucho más que eso, ya que en el fondo, se trata de un alegato satírico contra el imperialismo y a favor de la liberación de los pueblos. En primer lugar, cabe atender a los dos clanes de vampiros enfrentados, que luchan por obtener la fórmula de la poción, la Capa Nostra y el Grupo Vampiro. Ambos clanes representan los dos poderes imperialistas defensores del capitalismo durante la Guerra Fría: los EE.UU. y Europa. En la película, los EE.UU. buscan mantener su predominio comercial, eliminando cualquier amenaza al mismo; Europa, por su parte, busca recuperar su influencia colonial, intentando apoderarse de las materias primas de los países en desarrollo (la poción “Vampisol”) para lucrarse y hacer negocios. Ambas potencias imperialistas no dudan en llegar a acuerdos con el crimen organizado y la mafia, representados por Al Tapone. Frente a estos están Von Drácula y su sobrino Pepito, el primero científico (médico) y el segundo revolucionario y artista, que se resisten a claudicar, como Cuba, frente a las potencias imperialistas, y quieren ofrecer gratuitamente la fórmula a todos los vampiros del mundo, del mismo modo que la Revolución Cubana, de acuerdo con su ideología socialista, solidaria e internacionalista, busca exportar al mundo su modelo apoyando a las guerrillas revolucionarias (Congo, Bolivia, Angola, Vietnam, Nicaragua, etc.) y enviando médicos y profesores a las regiones y los países más necesitados (África, Haití, Sevilla, etc.).
En segundo lugar, la trama se desarrolla durante el gobierno de Gerardo Machado (1925-1933) y Pepito, Lola y sus amigos son opositores que luchan contra su tiranía. Cabe recordar que la insurrección popular contra este gobierno dio lugar en Cuba a la primera experiencia revolucionaria contra el dominio del imperio norteamericano. Al igual que en otras obras de Juan Padrón, el protagonista de ¡Vampiros en La Habana! es un revolucionario que lucha por la liberación de su patria. Pero además, Pepito es un músico, un artista comprometido, y una persona con sentido de la justicia y representa el ideal del revolucionario cubano, los valores de compromiso, solidaridad y rebeldía; también del cubano como tal ya que es mulato, artista, mujeriego, gracioso, impetuoso y atrevido.
Uno de sus mayores atributos, que la han convertido en película de culto, es su combinación de cine social y político con cine de ficción y ahí radica su originalidad. Supone una gran innovación en el cine de vampiros, no sólo por su formato animado, sino por situar la acción en un lugar tan poco apropiado para ello como es el Caribe. La calidad de la animación es aceptable para la época, destacando el diseño y la expresividad de los personajes. El guión es original, el ritmo es bueno y a ello ayuda su corta duración (69 min.); los diálogos son acertados, se utiliza el humor absurdo y el humor negro, aunque algunos gags son más propiamente cubanos. Aunque el ritmo es bueno, flaquea un poco la estructura narrativa y, a veces, la historia se desarrolla con saltos bruscos de guión, sobre todo a partir de la mitad del film, con la llegada de los clanes de vampiros a La Habana en busca de la fórmula.
En definitiva, se trata de una película original, clave en la animación latinoamericana, bien hecha, cargada de simbolismo y con una segunda lectura de compromiso con la Revolución Cubana, que combina de manera acertada realidad histórica y ficción de vampiros, ofreciendo un cóctel de ilustración histórica, adiestramiento político, intriga, humor negro y diversión.
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