Cultura y Patrimonio Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social
EL HOMBRE PERSEGUIDO POR UN O.V.N.I.
País: España Año: 1976 Duración: 81 min. Color
Dirección: Juan Carlos Olaria.
Guión: Xiol Marchal según un argumento de Juan Carlos Olaria.
Fotografía: Francisco Marín.
Música: Víctor Olcina.
Decorados: Ramiro Gómez.
Montaje: Alberto Gasset.
Intérpretes: Richard Kolin, Juan O. Olaria, Lynn Endersson, Damaso Muni, Manuel Bronchud, Ross Vineis, José Mª. Montserrat.
Sinopsis: Un platillo volante, tripulado por seres extraños y procedente de un mundo desconocido, viene a la Tierra con una misión concreta: capturar a un ser humano para llevarlo a su lejano planeta con fines científicos. El designado es Oliver, un escritor de ficción barata, que reparte su tiempo entre sus obras, hacer el amor con su amiga Carol y vivir un insólito “ménage à trois” con un matrimonio conocido...
Señalada por diferentes fuentes como la primera película de ciencia-ficción española, ignorando de esta manera títulos del calibre de El sonido de la muerte (1964) de José Antonio Nieves Conde y Terror en el espacio/Terrore nello spazio (1965) de Mario Bava (si bien esta última se trataba de una coproducción con Italia), así como de otros de menor prestigio como El refugio del miedo (1974) de José Ulloa o S.O.S. Invasión (1969) de Silvio F. Balbuena, El hombre perseguido por un O.V.N.I. se erige como una de las muestras más extrañas y bizarras que ha dado nuestra piel de toro.
Emparentada lejanamente con la ciencia ficción norteamericana de la década de los cincuenta, tal vez su referente más claro en este sentido se encuentre en The Earth vs. Flying Saucers [tv/dvd: La Tierra contra los platillos volantes, 1956], clásico dirigido por Fred F. Sears con efectos especiales a cargo del gran Ray Harryhausen. Tal consideración no solo reside en el idéntico diseño de su platillo volante, sino que también queda patente en sus alucinógenos títulos de crédito, donde los rótulos se alternan con la proyección de fotografías sobre las que una voz en off va narrando diferentes casos de avistamientos de Ovnis, otorgándole al conjunto cierto aire documental, bastante similar al del prólogo de la película anteriormente referida. Pese a estos parecidos, sus logros artísticos están más en sintonía con los del cine del denominado peor director de la historia, Ed Wood Jr., cineasta con el que recurrentemente ha sido comparado su responsable, Juan Carlos Olaria, voluntarioso realizador nacido en Zaragoza y afincado en Cataluña que, durante años y casi hasta la actualidad, ha venido frecuentando el género con gran tesón, en forma de cortometrajes y mediometrajes, siendo este su trabajo más ambicioso.
Y es que, si nos atenemos a criterios críticos, la película no hay por donde cogerla, más allá de que sus hechuras amateurs y el hecho de llevar hacia delante tan descabellado proyecto puedan despertar cierta simpatía, que nos lleve a valorar sus resultados de forma más indulgente. Por un lado tenemos un demencial argumento, en el que se mezcla la ciencia-ficción más clásica, con toques del erotismo más burdo que uno pueda imaginar, donde la existencia de la mayoría de los personajes que circulan por la historia, tejida a raíz de un hecho anecdótico cuyo alcance se antoja más adecuado para un corto que para un largometraje de duración estándar, responden a cierta voluntad por aportar algo de variedad a la película y que esta no se convierta en un monólogo sobre lo que nos promete su explícito título, a la vez que para alargar sensiblemente la duración de la misma. Todo ello es puesto en escena siguiendo un libreto acreditado al bilbaíno Juan Xiol Marchal, director por aquellos años de varios westerns mediterráneos y cintas eróticas de dudosa calidad, repleto de diálogos risibles, quedando en el aire la duda de si estos fueron escritos con tal propósito, o por el contrario, de forma seria.
En cuanto a su acabado formal, además de una evidente falta de medios que durante el tramo final se traduce en un abuso constante de tomas de archivo, la película cuenta con unas actuaciones horrorosas, a cargo de un reparto de escaso bagaje profesional en el mejor de los casos, amén de una acusada realización amateur, un montaje que no le va a la zaga en cuanto a profesionalidad y un diseño de producción esperpéntico. El único apartado que logra salvarse de la quema así las cosas es el concerniente a sus efectivos efectos especiales ópticos, que si bien sencillos y artesanales, no llegan a acusar la pobreza que en más de un sentido asola al resto del conjunto, siendo sin duda lo más inspirado del film. De este modo, todo el hipotético valor que atesora El hombre perseguido por un O.V.N.I. se limita a la relativa curiosidad que pueda despertar su condición de título ignoto y olvidado, a la par que por lo inusual de su propuesta, tanto por sus coordenadas geográficas como temporales, por lo que solo podrá ser disfrutado por aquellos buscadores de rarezas bien curtidos en tales lides.
https://cerebrin.wordpress.com/2012/06/08/el-hombre-perseguido-por-un-o-...
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