Cultura y Patrimonio Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social
LOS HIJOS DEL CAPITÁN GRANT (In Search of the Castaways)
País: Estados Unidos Año: 1962 Duración: 94 min. Color
Dirección: Robert Stevenson.
Guión: Lowell S. Hawley basado en la novela homónima de Julio Verne.
Fotografía: Paul Beeson.
Música: William Alwyn.
Dirección artística: Michael Stringer.
Vestuario: Margaret Furse.
Montaje: Gordon Stone.
Intérpretes: Maurice Chevalier, Hayley Mills, George Sanders, Wilfrid Hyde White, Michael Anderson Jr., Antonio Cifariello, Keith Hamshere, Wilfrid Brambell, Jack Gwillim, Ronald Fraser.
Sinopsis: Mary y Robert, los hijos del capitán Grant, reciben un día la visita del profesor Panagel, que ha encontrado en una botella un mensaje del capitán. Organizan entonces una expedición para rescatar a su padre. Los jóvenes se verán envueltos en diversas y peligrosas aventuras: tendrán que enfrentarse a crueles indígenas, a traficantes de armas e incluso a las inclemencias de la naturaleza.
Los hijos del capitán Grant (Les enfants du Capitaine Grant) es una novela “geográfica” del escritor Jules Verne. Publicada en la Magazín de ilustración y recreo (Magasin d'Éducation et de Récréation) de Hetzel desde el 20 de diciembre de 1865 (volumen 4, número 43) hasta el 5 de diciembre de 1867 (volumen 8, número 90), y de manera íntegra como volumen triple el 23 de junio de 1868. El éxito de esta novela por entregas motivó la creación de una zarzuela paródica, Los sobrinos del capitán Grant en cuatro actos, con letra de Miguel Ramos Carrión y música de Manuel Fernández Caballero, estrenada en el Teatro Príncipe Alfonso de Madrid, el 25 de agosto de 1877, por la compañía de Arderíus. Julio Verne publicó la obra original diez años antes y Ramos Carrión la adapta en forma de viaje alrededor del globo terráqueo, respetando los escenarios básicos de la novela de Verne, pero insertando elementos familiares al público español: una riqueza de ambientes, que van desde lo castizo a lo exótico.
La trama original trataba de una botella aparecida en el interior de un tiburón en donde el desaparecido marino indica sus coordenadas. Malinterpretadas por Paganel, el maestro y tutor de sus dos hijos, viajan a la Patagonia pero en realidad su ubicación está en los Mares del Sur. Con la ayuda de un marino de la Armada Inglesa, amigo de Grant, vivirán grandes aventuras con terremotos y piratas.
La primera versión cinematográfica data de 1913 y se rodó en Francia: Los hijos del capitán Grant (Les enfants du capitaine Grant) dirigida por Victorin-Hippolyte Jasset, Henri Roussel. Otra versión de la popular novela data de 1938, Deti kapitana Granta, rodada en la Unión Soviética con el gran Nikolai Cherkasov de protagonista. La tecera adaptación es la versión más famosa que nos ocupa y existe una cuarta adaptación, V poiskakh kapitana Granta, 1985, también de nacionalidad soviética producida para televisión, de la que aún no tenemos datos. Su director es Stanislav Govorujin.
La zarzuela aludida, Los sobrinos del capitán Grant, tiene una adaptación que data de 1970 producida por TVE, dirigida por José Antonio Páramo y protagonizada por Narciso Ibáñez Menta en el papel del profesor Mirabel, que vive en un patio de vecinos madrileño que ignora que es un gran científico admirado en toda Europa mientras que en su propio país le tienen como a un chiflado. Situación muy habitual en tierras españolas y en países latinoamericanos.
Centrémonos ahora en la versión que nos ocupa, una adaptación festiva dirigida por Robert Stevenson (Buxton, Derbyshire, 31 de marzo de 1905 - Santa Bárbara, California, 30 de abril de 1986) rodada en los estudios Pinewood de Londres (Inglaterra).
Stevenson estaba considerado como un excelente artesano británico que desde sus inicios destacó en películas como Tudor Rose (1936), sobre Lady Jane, la hermana del monarca Enrique VIII; El hombre que trocó su mente (1936) con Boris Karloff; la primera versión de Las minas del rey Salomón (1937) con el famoso cantante negro Paul Robeson. En 1960 es contratado por Walt Disney convirtiéndose en su director titular en doce largometrajes destacando sobre todo Mary Poppins (1964), con Julie Andrews y Dick Van Dyke, su mayor éxito comercial.
Los hijos del capitán Grant pertenece al género de cine familiar, un género del que todos los críticos abominan pero que es necesario para iniciar al cine a muchas generaciones de espectadores y, sobre todo, cinéfilos. Un cine adaptado a las mentalidades de públicos de corta edad que tienen todo por descubrir. En este terreno la película es brillante y cumple con su cometido aunque su sentido del humor a veces deja de desear. Maurice Chevalier, famoso cantante francés, que treinta años antes había triunfado con Ernst Lubitsch, fue un ejemplo de supervivencia artística a pesar de que en algunas ocasiones resulta algo cargante.
Chevalier es Paganel, un científico francés que se encuentra en el interior de un tiburón una botella que lleva el mensaje del capitán Grant, al que todos dan por muerto, y en compañía de sus dos hijos buscan a un lord inglés, propietario del barco desaparecido, que Grant capitaneaba, para iniciar la búsqueda pero al principio nadie se cree tan fantástica historia.
La película, como ocurre con muchas de Disney, está rodada en interiores de estudios. En este caso los de Pinewood. Los estudios Pinewood (Pinewood Studios) son unos grandes estudios de cine británicos situados en Iver Heath, Buckinghamshire. Está a unas 30 millas al oeste de Londres en lo que era la finca de Heatherden Hall.
Es costumbre en aquel tiempo el de utiliza esta técnica, en vez de viajar alrededor del mundo como hizo Michael Anderson con La vuelta al mundo en ochenta días (1956) –por cierto Anderson es el padre del joven protagonista del film que nos ocupa– se recurre a reconstruir esos parajes en estudios a veces para abaratar costes y en otros por una cuestión técnica, los efectos especiales que jalonan las aventuras de los famosos hijos del capitán Grant. Si esta técnica resta credibilidad a la cinta sí en cambio los efectos especiales son óptimos para la época en que se rodó. Actualmente están superados, pero es necesario tener en cuenta de que en 1962 estaban muy poco avanzados por los que en aquel tiempo resultaban sorprendentes.
El tono es siempre amable. Su protagonista femenina Hayley Mills es tal vez lo más brillante, acompañada por veteranos como Maurice Chevalier, Wilfrid Hyde-White (el coronel Pickering de My Fair Lady) y el villano George Sanders. El noviete petimetre corre a cargo del ya mentado Michael Anderson Jr. de breve carrera cinematográfica.
El conjunto es simpático, agradable, correcto y entrañable como el cine de entretenimiento de la época. No es lo mejor de Disney ni de Stevenson, pero aún así es un espectáculo de agradecer.
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