Cultura y Patrimonio Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social
LA PELÍCULA DE ANA
País: Cuba-Panamá-Austria Año: 2012 Duración: 99 min. Color
Dirección: Daniel Díaz Torres.
Guión: Eduardo del Llano y Daniel Díaz Torres.
Fotografía: Raúl Pérez Ureta.
Música: Lucía Huergo.
Dirección artística: Aramís Balebona.
Vestuario: Alicia Arteaga.
Montaje: Manuel Iglesias.
Intérpretes: Laura de la Uz, Yuliet Cruz, Tomás Cao, Michel Ostrowski, Tobias Langhoff, Paula Alí, Yerlín Pérez, Rodolfo Faxas, Blanca Rosa Blanco, Enrique Molina.
Sinopsis: Una actriz sin mucha suerte profesional prueba al límite sus capacidades histriónicas y se convierte, por excepcionales circunstancias, en directora audiovisual. Como tal, se atreverá a filmar un inusitado “documental” acerca de la prostitución en Cuba, que la incluye entre los protagonistas. Pero sus peripecias, y las complejas consecuencias de estas, no han hecho más que empezar.
Sobre los hombros y la versatilidad histriónica de Laura de la Uz recae casi todo el peso cualitativo de la más reciente cinta de Daniel Díaz Torres, La película de Ana (2012), nuevo fruto del irregular maridaje creativo que desde hace décadas sostiene con el narrador, guionista y realizador Eduardo del Llano, con una filmografía de sátiras y comedias integrada por Alicia en el pueblo de Maravillas (1991), Kleines Tropikana, (1997), Hacerse el sueco (2000) y Lisanka (2009), en algunas de las cuales aparece, junto al icónico Nicanor O´Donell, la voluble Ana, cuasi perenne affaire sentimental del alter ego llaniano en la literatura y el audiovisual; véase por ejemplo la película Perfecto amor equivocado (Gerardo Chijona, 2004) donde Sheila Roche encarna el rol y casi toda la serie de cortometrajes de Nicanor, en los cuales indistintamente deviene esposa y amante.
En esta nueva entrega del dueto, de semejante sino humorístico pero con más refinados matices de tragicomedia social, Ana remonta su eterna subordinación de contraparte o complemento y deviene suerte de Nicanor femenino, antiheroína cubana de profesión actriz, empantanada en un salario de calamitoso serial televisivo, casada con un documentalista (el ya casi omnipresente Tomás Cao), igualmente frustrado en sus pretensiones artísticas. En busca de aliviar las precarias condiciones de vida familiar, Ana, previamente encarnada por de la Uz en Homo Sapiens y Aché (Eduardo del Llano, 2006 y 2010) hace lo mejor que sabe: actúa, finge, pretende, viola la delgada línea roja que define a la realidad y la ficción como antípodas irreconciliables.
Ana pone en crisis los meros conceptos de realidad, a la larga otro tipo de construcción humana más sofisticada e infinita; y de ficción, como otra manera legítima de realidad e igualmente hija genuina de la subjetividad del homo sapiens, estableciéndose así un juego de escamoteo entre la cubana y los realizadores europeos de una ficticia serie documental intitulada Whore Stories, a quienes les vende un falso testimonio de pintoresca prostituta criolla, como guiño metatextual a la corriente fílmica del falso documental o fake, validado por obras como F for Fake (Orson Welles, 1973), Zelig (Woody Allen, 1983), Forgotten Silver (Peter Jackson & Costa Botes, 1995) y The Blair Witch Project (Eduardo Sánchez & Daniel Myric), aunque finalmente la dramaturgia se estructura sobre el consabido y efectivo esquema de la comedia de equívocos llena de peripecias, aderezada con los acostumbrados gags costumbristas y picantes del humor cinematográfico cubano de las últimas tres décadas. Eso sí, dosificados con el mayor comedimiento y mesura que conllevan los años de experiencia creativa de Díaz Torres, redundantes en un oficio narrativo digno, cuya cúspide creo es la parodia policiaca-noir Kleines Tropicana.
Sin intenciones de enrevesar la trama como la cinta antes mencionada, ni pretender la carcajada escandalosa, los realizadores apostaron todo por el personaje central, concebida desde sus conflictos, personalidad y evolución dramático-psicológica como epicentro definitivo de la historia, sostenida en su desempeño por un correcto elenco secundario, bastante bien concentrado en sus roles de soporte, con destaque para la prostituta “real” interpretada por Yuliet Cruz, diseñada como la clásica contrapartida jocosa que coadyuva al balance definitivo del rol protagónico. En este caso, concomita ligeramente con la simpática meretriz Pechuga (Tatiana Astengo) de Pantaleón y las visitadoras (Francisco J. Lombardi, 1999), aunque la Ana de Laura de la Uz nada tiene que ver con La Colombiana de Angie Cepeda; más bien es todo lo contrario.
Ganadora reciente del Premio Coral a la Mejor Actuación Femenina en el XXXIV Festival del Nuevo Cine Latinoamericano, la actriz cubana se emplea a fondo en su caracterización, sorteando con éxito, en el más puro equilibrio entre la caricatura y la organicidad, los abundantes riesgos de sucumbir o al más vacuo grotesco o al mar de lágrimas a lo Joan Crawford. Pero la actriz remonta todo peligro gracias a la variedad de sus recursos, la camaleónica capacidad de desdoblamiento y la visceralidad interpretativa, confirmando las expectativas creadas por la ya lejana Hello, Hemingway (Fernando Pérez, 1994) de ser una de las mejores de su generación, tocando el cielo cuando encuentra un personaje sólido como este y es por demás, bien dirigida.
Precisa y contundente, Laura de la Uz transita memorable de principio al fin de la cinta, llevándola a bastante buen puerto, a salvo de carencias propias como la un tanto imprecisa intención de la obra, debatida, al igual que su personaje central, entre el humor y el manifiesto social, pero no resuelta con el mismo éxito, pues los irregulares pesos de ambas tendencias hacen oscilar peligrosamente la historia para un irregular resultado final. Sucede hacia la segunda mitad de la película un brusco cambio de tono no previsto a orgánica cabalidad, ni siquiera insinuado, cuando se prefigura una suerte de toma de conciencia social por parte de Ana al comenzar a grabar, además de su falsa vida de prostituta, fragmentos sombríos de la realidad marginal cubana o cuando el personaje de Yuliet Cruz registra en cinta parte de su rutina vital, avanzando a trompicones forzados hacia la interesante secuencia conclusiva de la cinta, que acusa, casi como un manifiesto, el comprometimiento del creador con su contexto. Enjundiosa tesis esta, sobre todo para la Cuba contemporánea, que no llega a consolidarse en la película…, por no decidirse (o no alcanzar) sus creadores a explorar áreas de la comedia más elaborada, a lo Woody Allen o los hermanos Coen.
Por otro lado, tampoco pueden obviarse momentos muy bien logrados en cuestiones de montaje y gracejo, como toda la secuencia donde Ana falsea la vida cotidiana de su personaje con puestas en escena artificiosas y hasta inescrupulosamente oportunistas, como las magras producciones del Bowfinger (Frank Oz, 1999) encarnado por Steve Martin y claro que las grabaciones testimoniales de tal diva marginal concebidas desde la cámara en mano con primeros planos agresivos, son de campeonato, impecables si no se hubiera sucumbido a la tentación de disolver el tumulto de espectadores cubanos ocasionales prometiéndoles merienda en otro sitio, a cargo de los extranjeros…gag este muy desafortunado que contrasta acremente con la emotiva visión de sesgo documentalista que de iguales habitantes de La Habana profunda consiguen Ana y su compinche con la cámara.
Cinta salvable en lo fundamental por la sólida interpretación de Laura de la Uz, quien convierte La película de Ana en SU película, repitiendo el éxito actoral de la iniciática Hello…, la nueva entrega de Díaz Torres revela lo mejor de este realizador como director de actores y las dignidades de los equipos de edición y fotografía involucrados en el proyecto, resultando en sentido general una obra apreciable, discreta y lozana.
https://cinecubanolapupilainsomne.wordpress.com/2013/01/08/la-pelicula-d...
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