Cultura y Patrimonio Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social
LA TRAGEDIA DE LOUIS PASTEUR (The Story of Louis Pasteur)
Dirección: William Dieterle.
Guión: Sheridan Gibney, Pierre Collins y Edward Chodorov (sin acreditar).
Fotografía: Tony Gaudio.
Música: Heinz Roemheld (sin acreditar).
Dirección artística: Robert M. Haas.
Vestuario: Milo Anderson.
Montaje: Ralph Dawson.
Intérpretes: Paul Muni, Josephine Hutchinson, Anita Louise, Donald Woods, Fritz Leiber, Henry O'Neill, Porter Hall, Raymond Brown, Akim Tamiroff, Halliwell Hobbes, Frank Reicher, Dickie Moore, Ruth Robinson, Walter Kingsford, Iphigenie Castiglioni, Herbert Corthell.
Sinopsis: Tragedia que depende de la incomprensión, de la incultura, de la injusticia y de la ingratitud, magnificadas en un hombre para el que su bandera era la ciencia y de su aplicación dependía el bien de la Humanidad. Está estructurada en tres partes marcadas por acontecimientos relacionados con los estudios de Pasteur en el campo de la Microbiología y las enfermedades infecciosas: teoría microbiana de la enfermedad, mantenida a lo largo de la película y eje vertebrador de la trama, estudios sobre el carbunco e investigaciones sobre la rabia.
The Story of Louis Pasteur dirigida por William Dieterle en 1936 es “la biografía cinematográfica” de Pasteur. Se distribuyó en España con el curioso nombre de La tragedia de Louis Pasteur que no procede de sus desgracias personales –que las hubo, aunque no se reflejan en ningún momento en la película–. La tragedia de Pasteur depende de la incomprensión, de la incultura, de la injusticia y de la ingratitud, magnificadas en un hombre para el que su bandera era la ciencia y de su aplicación dependía el bien de la Humanidad. En una secuencia, tras el experimento de Pouilly le Fort (Arboix en la película, distantes 400 Km), Pasteur comenta enfáticamente –como casi siempre en la cinta– a su mujer: “Marie, los beneficios de la ciencia no son para los científicos sino para la Humanidad”. Esa declaración glosa el espíritu de Pasteur y de la propia película. Además, “la tragedia del hombre de ciencia” es acorde con el arquetipo de científico acuñado en las producciones de la Warner que insistía en la figura de éste como héroe y mártir al que sólo su comportamiento ético y abnegado le permitían primero subsistir y finalmente alcanzar la gloria. Pero esto no era nada nuevo. Parafraseando a Einstein: “Los grandes espíritus siempre encuentran la oposición violenta de los hombres de mentes mediocres” y esta aseveración parece esculpida a la medida de Pasteur.
Posiblemente La tragedia de Louis Pasteur vio la luz gracias a la conjunción de tres elementos: la Warner –empeñada en hacer películas con mensaje–, William Dieterle (1893, Ludwigshafen - 1972, Taufkirchen) “especializado” en relatos biográficos progresistas y con elevado contenido humanista [The White Angel (1936) sobre Florence Nightingale, La tragedia de Louis Pasteur (1936), La vida de Émile Zola (1937), Juárez (1939), La bala mágica del Dr. Ehrlich (1940), La vida de Reuter (1940), The Story of Richard Wagner (1954) o Omar Khayyam (1957)] y Paul Muni (Lemberg, Austria 1895 -California 1967) cuyo entusiasmo, capaz de vencer las reticencias de los directivos de la Warner fue responsable de que La tragedia de Louis Pasteur, tal y como la conocemos, viera la luz.
A pesar de que el proyecto se ajustaba a sus planes, la Warner y el propio Dieterle se mostraron reticentes al rodaje debido al escaso presupuesto y a que se preveía que no iba a ser un proyecto apoyado ni institucionalmente ni por la crítica. Sin embargo, fue un gran éxito y el protagonista, Paul Muni recibió ese año el Oscar al mejor actor por su recreación de Louis Pasteur, Oscar que, a parte de su interpretación, de alguna forma recompensó su empeño en que la empresa saliera adelante. Además recibió el Oscar al mejor guión e historia original. En sus dudas iniciales la Warner barajó dos historias diferentes: la del científico y la del hombre. La segunda fue la elegida y se pensó hacer una historia de amor, la del estudiante que se enamoraba de la hija del rector de la Universidad de Estrasburgo. Con el fin de continuar con la trayectoria de películas anteriores “con mensaje” y de acercar a la población la figura del Pasteur científico se barajó la posibilidad de que una voz en off pusiera punto final diciendo: “Y hasta el día de hoy, las amas de casa de todo el mundo están agradecidas a este hombre por haber inventado la leche pasteurizada”. Afortunadamente esta versión no vio la luz y prevaleció el guión original, el Pasteur científico, más ajustado a la realidad. Parece ser que Paul Muni tuvo mucho que ver en esta acertada elección de la compañía. Posiblemente también influyó el antagonismo que existía entre la versión romántica y el director elegido para filmarla. Dieterle sentía aversión por el sentimentalismo por lo que en la versión que finalmente vio la luz la vida privada sólo se insinúa. Excepto en contadas ocasiones –cumpleaños de Pasteur, conversación con su mujer, petición de mano de su hija– sus sentimientos están polarizados hacia la ciencia y únicamente reflejan el avance de sus investigaciones. Su familia está siempre presente, pero no supone una interferencia en la narración y sí cumple dos misiones fundamentales: humanizar al genio acercándolo al espectador y darle coherencia al personaje. El Pasteur hombre se trasluce no sólo por la incorporación de datos, hechos y fechas sino sobre todo de menudencias de la vida cotidiana y, esos detalles ayudaron a Dieterle a dibujar una personalidad completa, compleja y previsible y el espectador, tras las primeras secuencias, entiende quién es Pasteur, su ética, su forma de ver el mundo.
La película en general es un acto de contrición, un acto de compensación a la ingratitud ante una vida entera dedicada a la ciencia, a la Humanidad. La película retrata magníficamente esta lucha titánica de un hombre contra la ignorancia y a favor del conocimiento.
Dieterle construye una narración fiel a la esencia de Pasteur y juega con maestría con las contraposiciones fanatismo/libertad, ignorancia/conocimiento, oscuridad/luz, tan de su gusto, para lograr una buena película. En el momento actual el propio paso del tiempo y el cambio de los parámetros comerciales vaticinan que, probablemente, no tendría éxito o ¿nos encontramos en una época de vuelta hacia los valores tradicionales?
Además no se debe olvidar que las películas biográficas permitieron a nuestros padres conocer a fondo la vida de personajes como Pasteur y desde esa perspectiva son auténticas joyas que por su importancia documental debieran, obligatoriamente, ser llevadas a las aulas.
http://revistamedicinacine.usal.es/index.php/en/vol8/num4/29-la-tragedia-de-pasteur
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