Cultura y Patrimonio Vicerrectorado de Cultura y Proyección Social
El ciclo ‘Vida en Ficciones’ está diseñado desde una doble función en tanto en cuanto se ha concebido como una actividad de proyección cultural y social hacia la ciudad de Zaragoza, organizada desde la Universidad y abierta al público en general. Al mismo tiempo se trata de un seminario asociado a las asignaturas Historia del cine y otros medios audiovisuales, Géneros Audiovisuales y Cine Español del Grado en Historia del Arte y también al módulo Lenguaje y cultura audiovisual: interpretación y análisis dentro del Master Universitario de Estudios avanzados en Historia del Arte. El ciclo está coordinado por la profesora titular Amparo Martínez Herranz.
El enunciado genérico de este ciclo, alude a las razones profundas que nos empujan a contar historias y a escucharlas, historias mediante imágenes que no pretenden ser copia fiel de la realidad o “huella de luz”, como la fotografía, sino que nos hablan de esa realidad, a veces incluso de forma más honda y directa, pero mediante la estilización del dibujo y las metáforas o sugerencias que sus cualidades estéticas nos proporcionan.
Desde su creación en 2010 hasta hoy se ha abordado el papel que desempeñan las historias en nuestras vidas, desde los relatos homéricos hasta los taquillazos de Hollywood. Porque a pesar de compartir el mismo espacio físico con otras especies, vivimos en un universo paralelo que nos pertenece en exclusiva: nuestro mundo simbólico. Se ha tratado también de profundizar en los procesos creativos de pintores, dibujantes y cineastas, para entender mejor el modo en el que se plantean la construcción visual del relato mediante imágenes dibujadas en distintos medios y soportes.
Un ciclo con continuidad en años sucesivos, que sirva como foro en el que la ciudad en general y los estudiantes en particular tengan ocasión de reflexionar y contrastar opiniones acerca de una cuestión tan relevante dentro de la cultura contemporánea como es la función, la génesis y las motivaciones de los distintos tipos de relatos en la era audiovisual en la que estamos inmersos.
El objetivo de este ciclo no es sólo hablar de cuestiones específicas relacionadas con la ficción, sino establecer perspectivas más totalizadoras y transversales, recurriendo a las más variadas disciplinas: la Literatura, el Arte y el Cine, por supuesto, pero también la Lingüística y la Narratología, la Neurología y los modelos computacionales del Universo, la simbología y toda aquella munición que sirve para establecer y estudiar las ficciones. Para intentar mostrar que la narración de historias y el consumo de ficciones es uno de los fundamentos de la condición humana, de nuestra contextura como especie, derivada del elemento que distingue a la nuestra del resto de las existentes: nuestra condición simbólica.
La clave serán las razones que nos convierten en narradores y en receptores de historias.
Se tratará de mostrar por qué necesitamos las ficciones y, a diferencia de lo que sucede con otras necesidades como --por ejemplo, el hambre--, esta no se sacia nunca. Cuantas más te cuentan más quieres. La prueba es que nosotros consumimos cientos de veces más historias que nuestros bisabuelos, que ellos consumían en semanas, meses o años menos novedades que las que nosotros podemos conseguir en un día a través de la televisión y, sin embargo, seguimos pidiendo más. Es evidente, por tanto, que éste no es un mecanismo secundario, sino que es completamente esencial en nuestras vidas.
Y no sólo necesitamos las narraciones reales, sino que queremos consumir historias falsas a sabiendas de que son inventadas. Y eso es lo que diferencia a nuestra especie del resto de los animales. Compartimos el mismo hábitat físico, pero en paralelo, tenemos un mundo virtual, simbólico, que nos pertenece en exclusiva gracias a la cultura, al lenguaje, al arte, a los símbolos, a las historias y a las ficciones.
Este es el rasgo el que nos hace humanos. Sin las ficciones estaríamos encerrados y restringidos, como están los animales, al aquí y al ahora, condenados a repetir las pautas genéticas de comportamiento que han heredado. Es decir, no podríamos ni mantener la memoria del pasado, ni hacer planes para el futuro, no podríamos inventar posibilidades alternativas. Nosotros, no. Nosotros conservamos la memoria de quienes nos han precedido y podemos decidir cambiar gracias a que disponemos de instrumentos como el lenguaje, pero también porque, frente a la realidad que nos viene dada, podemos plantear alternativas. Y ése es el mismo mecanismo de la invención de historias. Es decir, que sin las historias de dragones no hubiéramos podido concebir el átomo o el submarino. Al explorar otros mundos posibles, las ficciones nos permiten considerar la realidad desde puntos de vista inéditos y mucho más creativos, y, por supuesto, trazar caminos diferentes a los anteriores.
Por otro lado, cada generación crea sus historias. Porque si las historias no se renuevan de generación en generación, están muertas. Cada generación remodela todo lo que la ha precedido y sobre esa base elabora una serie de mitos, símbolos y ficciones que le permiten plantear sus propios planes de cara a lo que quiere ser y los caminos por los que quiere transitar.
En ese intercambio, tan importante es el que cuenta como el que recibe. Las narraciones son eficaces porque se han perfeccionado a lo largo de cientos de generaciones. El perfeccionamiento en la narración permite establecer comunidades y las sociedades tan complejas en las que vivimos hoy en día. Para movernos en realidades complejas, con muchas variables, hemos tenido que aprender a descifrar modos de contar que introducen elementos como el flashback y que ordenan los contenidos de maneras diversas.
Por supuesto, existen continuidades, ficciones capitales, historias que son fundamentales para cualquier persona de cualquier tiempo y lugar. La vigencia que siguen teniendo la mayoría de mitos clásicos y ha aseverado que su fuerza se debe a que no son historias arbitrarias, no surgen de la nada, sino de experiencias que marcan a nuestra especie de manera permanente, como el mito de Prometeo surge de la conquista del fuego. Son historias basadas en lo que el psicoanalista Carl Gustav Jung llamaba los arquetipos, núcleos dinámicos que vinculan la mente individual y el imaginario colectivo, el vasto repertorio de la especie. Y aunque Jung nos suene lejano, está más presente de lo que creemos. Joseph Campbell trasladó estas ideas a los Estados Unidos y, allí, un señor como George Lucas los conoció, trasladándolos a dos grandes sagas del cine. La primera fue La guerra de las galaxias, que está llena de los típicos arquetipos: el hijo que se enfrenta al padre, la iniciación del héroe, la figura del mentor –Yoda–, de los ayudantes –Han Solo o los robots–, etcétera. Y luego está la saga de Indiana Jones. Quizás George Lucas ha sido quien ha puesto más al alcance de los jóvenes los viejos arquetipos. Y esto es muy necesario, porque si hubiera varias generaciones sin cuentos de hadas, se produciría un vacío muy difícil de llenar.
Y una buena historia funciona con independencia del medio que se utilice para transmitirla: una serie de televisión, un libro, una película, un cómic, un videojuego...
Área de Cultura. Edificio Paraninfo. Pza. Basilio Paraíso, 4. 50005 Zaragoza 976 762 609 cultura@unizar.es / Atención al público: lunes a viernes 9:00 a 14:00 h
Oferta de estudios
Perfiles